Podría decir, creo que sin equivocarme, que estos fueron mis primeros tacones. Era sobre el año 98, y para la boda de unos de mis mejores amigos. Me los compré por necesidad ya que estaba todavía instalada en mi fase de ir sin tacón o con tacón insignificante, y fue toda una experiencia (con tropezón incluido en medio de la iglesia).
La fascinación por los tacones es de siempre, pero otra cosa es ser capaz de llevarlos o aguantarlos. Tengo que reconocer, que no fue hasta la introducción de las plataformas que pude disfrutar de lleno de los tacones. Tanto por el hecho de que hacen menguar la altura del tacón, como que dan comodidad a la suela del zapato.
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